Sony está probando una idea que, si le sale bien, termina contagiando a todo el comercio minorista, crear una moneda digital estable para pagar dentro de su propio ecosistema. No es un “experimento cripto” para titulares. Es una jugada de eficiencia.
Sony Bank ha comunicado que trabaja con el emisor Bastion en una stablecoin denominada en dólares para lanzar en 2026, con uso previsto en pagos digitales dentro del universo Sony. En paralelo, el tamaño de la audiencia da contexto. PlayStation Network reportó USD 124 millones en marzo de 2025. Cuando tienes una autopista con ese tráfico, cada punto porcentual de costo en pagos deja de ser un detalle y se vuelve una línea estratégica.
El argumento económico es directo, las redes de tarjetas y los adquirentes se quedan con una parte relevante del valor de cada transacción y eso se multiplica por millones. Por eso, varias reseñas recientes sobre este caso de Sony han señalado explícitamente el objetivo de reducir comisiones pagadas a redes de tarjetas y ganar flexibilidad en pagos. Ahora bien, lo interesante no es Sony. Lo interesante es el patrón, cuando un actor con escala convierte pagos en producto, el resto del mercado empieza a preguntarse por qué está “alquilando” su capa de pagos.
En América Latina esa pregunta pega más fuerte, porque el retail opera en márgenes estrechos y en geografías donde mover dinero cuesta y tarda. Aquí es donde las stablecoins dejan de ser narrativa y pasan a ser infraestructura financiera. Bitso Business reportó que en 2024 las stablecoins representaron 39% de los criptoactivos comprados en LatAm y que el volumen mensual alcanzó un récord de USD 1,68 mil millones en abril. Kaiko también describe que las stablecoins siguen siendo el “centro” de la actividad cripto regional y que USDT concentra una porción muy alta del volumen. En Brasil, el propio banco central ha puesto el dato sobre la mesa señalando que cerca de 90% de los flujos cripto se vinculan con stablecoins, usadas en pagos y compras, muchas veces transfronterizas.
El retail entiende esto mejor que nadie, porque ya invirtió en wallets, programas de lealtad y rieles propios. Por otro lado en Cencosud, que es un grupo de origen chileno, confirma que no se quedaron en tarjetas y puntos, empujaron CencoPay como billetera y experiencia de pago. En su presentación de resultados del segundo Trimestre de 2024, Cencosud informó que la app ya sumaba 1,2 millones de descargas en los tres países donde operaba y que incluso habilitaba beneficios como cashback en ciertas cadenas. Ese dato, aunque parezca “solo digital”, es la base para una transición natural, si ya controlas el front de pago, el siguiente paso lógico es controlar también el instrumento.
En Colombia, el caso que no puede faltar es Grupo Éxito. La escala está medida en caja diaria, en logística, en proveedores, en cientos de miles de compras que no pueden fallar. Éxito reportó para 2024 ingresos consolidados de COP 21,9 billones y EBITDA recurrente de COP 1,6 billones. Un grupo con ese volumen vive con obsesión por la fricción, tiempos de abono, contracargos, conciliación, costos por adquirencia. En esa matemática, una stablecoin bien diseñada no es “cambiar pesos por tokens”; es rediseñar liquidación, fidelización y pagos B2B con proveedores dentro de una misma arquitectura.
México muestra otra pieza clave para que esto funcione, cultura de transferencias y pagos inmediatos. SPEI (Sistema de Pagos Electrónicos Interbancarios); es la infraestructura del Banco de México para transferencias electrónicas interbancarias. En 2024, SPEI procesó 5.342 millones de transferencias por MXN 578 billones. Este tipo de madurez en rieles de pago acelera la adopción de cualquier “dinero digital” que se conecte bien con el sistema, el usuario ya confía en mover valor desde el teléfono y el comercio ya aprendió a conciliar volumen.
El punto más subestimado en LatAm es el ahorro operativo. Los comercios pagan comisiones por aceptar tarjetas (merchant discount rate y costos asociados) que en muchos mercados terminan en rangos de 2% a 4% según industria y estructura de adquirencia; hay reportes que lo documentan como rango típico regional. En un retailer grande, recortar fracción de esos puntos en categorías de alta rotación se refleja directo en margen. También reduce fricción de conciliación y liquidación, porque la trazabilidad es nativa y el settlement puede ser más rápido, con reglas claras por programación, sin sacrificar controles.
Entonces, los que tienen mayor probabilidad de moverse en 2026, son los grupos que ya tienen wallet, crédito, lealtad, omnicanalidad fuerte y operación multinacional. En Chile, por ejemplo, tenemos a Cencosud y Falabella. En Colombia, Grupo Éxito y también formatos de alta capilaridad que viven de volumen. En Brasil, los gigantes de supermercado y cash & carry como GPA, Carrefour Brasil y Assaí, en un país donde Pix y el uso intensivo de stablecoins ya conviven en el día a día. En Centroamérica, donde hay presencia dominante de cadenas regionales y de conglomerados con operación multipaís, la lógica de “una sola unidad de cuenta estable” para pagos y lealtad también encaja si se resuelve cumplimiento y experiencia de usuario.
Para que esto no se convierta en un dolor regulatorio, el camino no pasa por una blockchain abierta sin control. Pasa por redes permisionadas, con gobernanza clara, estándares de mensajería compatibles con el mundo financiero, identidad digital y roles auditables, políticas de cumplimiento integradas y operación regional con baja latencia. Una infraestructura así permite emitir stablecoins que sirvan para pagos de clientes, liquidación con proveedores, programas de lealtad tokenizados y financiación embebida, con reglas que el regulador puede entender y que el auditor puede verificar sin drama.
Sony está poniendo el ejemplo desde el entretenimiento. En América Latina, el retail tiene todavía más incentivos: escala, margen, volatilidad de monedas locales y hambre de eficiencia. 2026 puede ser el año “Stable” porque el mercado descubra que una stablecoin corporativa no es marketing. Es el instrumento que baja costos, acelera la liquidación y vuelve programable el dinero dentro de cadenas de valor reales. Y cuando eso se conecta a una blockchain permisionada con usabilidad regional y cumplimiento de estándares, deja de ser una promesa y se vuelve una ventaja competitiva.
Pedro E. Gutiérrez es Head of Partnerships para Latinoamérica de LNET. Además se encarga de desarrollo de negocios para Bitunix en Latam
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